Es posible a todas nos haya
pasado o nos vaya a pasar, al inicio pensaba sólo fue un hecho aislado que me
ocurrió pero con el tiempo he notado es una situación desgraciadamente común y
le puede pasar a cualquier mujer, sin importar edad o el tipo de relación que
tenga, hablo de los hombres que terminan sin decir adiós.
Adiós, palabra compuesta de cinco
letras que significa una infinidad de cosas dependiendo el contexto, pero que
siempre será una despedida, despedida que sabremos qué tan definitiva es dependiendo
de quién y cómo la de. ¿Pero qué pasa cuando la gente se va y no se despide?
Imagina estás en una fiesta y de
repente empiezas a echar de menos a alguien que sabes estaba pero dejaste de
ver, le preguntas a la primera persona que puede responder la pregunta y te das
cuenta ya la persona en cuestión se marchó y no se despidió, lo ves como un
acto descortés pero no te quita el sueño, al final no era tu fiesta y no tenía obligación
contigo.
Pasa muy diferente cuando quien
se va es tu compañero sexual o sentimental, ese con quien compartiste sueños,
metas, deseos, canciones, tardes, noches y seamos sinceros, saliva, fluidos
corporales y una cama. Es distinto porque en algún lugar del contrato que
contrajeron sin firma ni papel había una cláusula que decía podía ser rescindido
en cualquier momento siempre y cuando la otra parte fuera informada, no especifica
dar explicaciones aunque no queda mal un ´´prescindimos de su servicio´´,
tampoco hablamos de un pre aviso o una oportunidad para que se cambie de opinión,
simplemente se exige el comunicar la decisión de no continuar.
Escucho a algunas quejarse de que
su pareja – de sueños o cama- luego de un día perfecto desaparecieron en la faz
de la tierra sin ningún tipo de explicación, haciendo que ellas –y hasta yo-
recreemos conversaciones, gestos y todo lo que fuera necesario para buscar el
momento o la palabra que lo motivó a desaparecer.
Seré sincera, también en esas
conversaciones -a veces monólogos- mis amigas han expresado algo muy importante
y que tal vez ellas mismas no se habían dado cuenta, no extrañan los dotes
sexuales de Eros de sus compañeros (la mayoría no los tenía) o los momentos románticos
con los susodichos, les molestaba el haber sido desechadas, utilizadas, era su
ego herido hablando, nadie más.
He escrito tanto y aún no
encuentro del porqué se van sin despedirse, algunos me han ayudado diciendo son
pocos hombres, inmaduros o que se asustaron y todo esto suena a verdad, pero
pienso no hay que tener un alto grado de madurez para cerrar si se abre,
saludar si se llega, despedirse cuando se va.
Adiós, la palabra no dicha que
nos deja en el purgatorio de la confusión, acompañándonos por días, meses o
años dependiendo de la facilidad que tenga cada quien a vivir con puertas y
ventanas abiertas, en lo personal no soy dada a dejar nada abierto, por lo que
tarde o temprano regreso a la puerta, agradezco la experiencia, digo adiós y
cierro.
PSD: Cuando reconoces el poco
valor que tiene ese ser humano como hombre y reconoces en la cama no veías
estrellas, todo se hace más fácil.