viernes, 25 de junio de 2010

Derecho de admisión


Fue a celebrar el cumpleaños de un amigo a un bar de moda, estaba regia, el estilo y la clase estaban intactos, no habían mermado a pesar de llevar el pelo recogido, la lluvia no permitió la cita semanal en el salón de belleza.

Zapatos y vestido a la moda, todo en su justo lugar, caminó hacia la puerta como caballo de paso fino, cuanto glamour desbordaba, la entrada estaba custodiada por Chita, el monito Kike y King Kong, no temió, no había razón humana para que la detuvieran, ella era el toque que le faltaba al bar.
Hacia donde va, preguntó King Kong, creyó la respuesta era obvia, hacia la fiesta respondió, sin titubear ni un segundo aquel hombre dijo ‘’tenemos una fiesta privada’’. Ella, aún ajena a este tipo de situaciones de una manera algo ingenua le dijo que sabia de la fiesta, ella era invitada.

No tardó mucho para notar que no entraría, el monito Kike se acercó respondiendo a la petición de una explicación, ‘’ nos reservamos el derecho de admisión’’. Ella sonrió, esa sonrisa dulce y malvada que tenia contuvo las mil cosas que tenia por decir, así que solo alcanzó a preguntar los parámetros en que se basaban para dejar entrar a las personas. La respuesta fue pobre, más se sacaba de la explicación de un niño del porque le gustaban los vegetales.

Desistió, su dinero no tenia porque ser gastado en un lugar como ese, donde personas sin un nivel de educación, principios y por que no, estilo podían decidir si ella entraba o no, pensó en las injusticias que pasan en su país y lo que le gustaría cambiar eso, todos tenemos derecho a elegir a quienes queremos o no en nuestras vidas, pero no debe ser de una manera medagalanaria, debemos seguir un patrón, una conducta que sustente lo que profesamos. Mientras se cambia la conducta, ella se queda sonriendo recordando cuando King Kong decía ‘’nos reservamos el derecho de admisión’’.

jueves, 24 de junio de 2010

El reencuentro


Entró al salón, sintió como todas las miradas giraban hacia ella. Era la fiesta de reencuentro de su promoción de la universidad, habían pasado varios años, no le acompañaban en su pequeña cartera de la última temporada de Chanel , ninguna referencia fotográfica de lo que era su vida actual, todos sabían era exitosa, los diarios repetían mas sus nombre y logros que un cura el Ave María.

Terminó de entrar, sonrió. Buscó en la multitud alguna que estuviera en su misma condición. No apareció nadie en todo el lugar, cambió la categoría, así que trató de encontrar a alguien a quien le haya pasado la fiebre de la maternidad y no la agobie con el ‘’ya dice mamá’’. Así apareció Raquel, su hijo ya estaba algo grandecito, su tema de conversación seria las infidelidades del esposo, así que no la interrogaría el porque de su soltería, mas bien seria la única en la actividad que se alegraría de la vida de soledad que lleva.

No sé como calculó, caminó y aún no llegaba al lado de Raquel, por fin llegó; sus cálculos habían sido correctos, había elegido bien su compañera de velada, la bella, inteligente pero matrimonialmente traumatizada Raquel.

No se dijo mucho, las infidelidades eran menos de las que creyó Raquel contaría, las quejas no llegaron a su máxima expresión , recodó su hijo tendría entrega de notas, así que vino al tema lo aplicado que le había salido el retoño.

No bailó, a penas comió, todos tenían una vida de pareja que contar y ella solo podría hablar de viajes, negocios y fiestas. No compartía nada con ellos, solo el periodo universitario que ya gracias a Dios había terminado. Salió sin despedirse, solo el portero y el parqueador notaron se había marchado, Raquel encontró con quien compartir su historia, así que la dejo partir sin necesidad de decir adiós.

Y así volvió a su vida laboral, a este mundo al que pertenecía, en este mundo donde se sentía feliz, al espacio donde podía hablar de su aventura de la noche anterior y repetir mas segura que antes ‘’yo no me he atrasado, ellas se adelantaron.’’